domingo, 9 de julio de 2017

Constance Robinson. Su estancia en el hospital.






Constance Robinson




   Su ensimismamiento era tal que algún enfermero había pensado que su patología era otra, tal vez un alto grado de autismo. No era así, pero también era cierto que poseía una gran timidez. Se le hacía muy difícil abrirse a los demás, olvidarse de sus propios problemas y tener algo más de empatía. A veces parecía fría e impersonal, como si fuera una máquina, pero en en realidad era justo lo contrario; tenía un exceso de sensibilidad, totalmente incontrolada. Tenía, sobre todo, miedo de sí misma, y de la responsabilidad que algún día tendría que afrontar.

   A veces pensaba que sería un gran alivio para ella encontrar a alguien, a alguna persona que sufriera o hubiere sufrido, y pasado, por lo mismo que ella estaba pasando. Sí, seguro que había algunas personas como ella, aunque seguro que eran muy pocas. 

   Tal vez algún día encontrara a alguien que la comprendiera, que la animara, que le infundiera valor. Ella incluso se lo había ocultado a su familia, pero su madre había intuido algo en varias ocasiones. Era capaz de encontrar un objeto perdido sin ningún problema. Podía verlo en su mente con tan sólo concentrarse un poco. Había encontrado y recuperado joyas, llaves, y decenas de pequeñas cosas a lo largo de los años. Pero Robinson no se atrevía a ir más allá. No podía hablar de las voces que a veces la atormentaban. Ella pensaba que eran las voces de algunos muertos que querían comunicarse con ella, o con sus familiares a través de ella. Todo eso le daba mucho miedo.

   Constance no conseguía entenderse a sí misma, y a veces albergaba serias dudas de que pudieran entenderla allí, a pesar de los excelentes profesionales que trabajaban en el manicomio. Puede ser que aún fuera pronto para tomar decisiones, ¿debería abrirse completamente y contar lo que le pasaba? Ni siquiera sabía si sería capaz de explicar con claridad sus confusas sensaciones, sus videncias, aquellas voces aterradoras que le hablaban en sueños desde más allá de ultratumba...


   Tenía que encontrarle un significado a su vida. Le parecía haber leído por algún sitio que la vida no tenía un significado en concreto, y que sólo tenía el que nosotros mismos le diéramos. Ella aún no había encontrado la forma de canalizar su don, o su maldición. "Tal vez había que darle tiempo al tiempo, aún soy muy joven", pensaba a veces. Pero sentía que no hallaría la paz interna hasta que no le encontrara un sentido a todo, un significado, alguna utilidad para ella misma y para las demás personas.

   Un apuesto y joven enfermero se acercó a ella, rompiendo en mil pedazos sus profundas y repetitivas cavilaciones.


(Autor: Francisco R. Delgado, fragmento de mi novela titulada "PASOS Y SOMBRAS EN LA NOCHE")











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