domingo, 2 de septiembre de 2018

UN PASEO POR LOS ALREDEDORES






UN PASEO POR LOS ALREDEDORES




   Entre las siete y las nueve de la mañana se solía servir el desayuno en el Motel Paradise. Para los huéspedes que estaban alojados allí este servicio entraba dentro del precio de la habitación; no así los servicios de comida, cena y las consumiciones del minibar, que se facturaban aparte.

   Josh coincidió casualmente en el comedor a la hora del desayuno con Sylvia Logan. Como el comedor estaba desierto a excepción de ambos huéspedes, Joshua Halden al entrar en el comedor se acercó a la mesa que ocupaba la bella joven y le preguntó:

   -¿Puedo sentarme, señorita? Me gusta estar acompañado -le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

   -¡Oh, sí, claro! Puede sentarse. a mi tampoco me gusta estar sola.

   El joven se sentó enfrente y poco después llegó el camarero para tomar nota de lo que deseaban para el desayuno.

   -Buenos días, ¿qué desean para desayunar?

   -Pues yo quiero un croissant, un café con leche y un zumo de naranja -le contestó ella.

   -Desayuno continental..., bien, yo tomaré lo mismo que la señorita -le dijo al sonriente y servicial camarero.

   -Muy bien, señores, enseguida se lo traigo.

   -¿Sabe usted que tiene cierto parecido con la cantante americana Kate Perry?

   -Sí, bueno, me han dicho que le doy un aire -Le contestó la joven con una sonrisa en la que mostró una dentadura perfecta, con dientes muy blancos y bien distribuidos.

   -Usted también me recuerda a alguien conocido, pero ahora mismo no recuerdo a quién.

   -Puedes tutearme, me llamo Josh.

   -Encantada, me llamo Sylvia -le dijo ella al mismo tiempo que extendía su mano derecha por encima de la mesa. Josh se la estrechó al momento con suavidad, pero con firmeza. El joven notó que tenía las manos muy suaves y bien cuidadas.

   -¿Y a qué te dedicas, Josh? Si no es indiscreción por mi parte...

   -Soy escritor -le contestó él de forma muy escueta.

   -¡Ah, qué interesante! ¿Poeta tal vez?

   -No, escribo novelas de misterio.

   -Humm... de misterio.

   -¿No le gustan?

   -No es eso, es que me suelen inquietar bastante, y siempre que he leído alguna después he tenido pesadillas. Yo soy más de novelas de amor, históricas y comedias románticas.

   -Ya, comprendo. Me parece muy bien, ¿y qué te trae por estos lares, Sylvia?

   En ese preciso momento llegó el camarero portando una bandeja con el desayuno de ambos.

   -Que les aproveche -les dijo en tono jovial poco antes de marcharse con la bandeja vacía después de dejarles sobre la mesa lo que habían pedido.

   -¡Gracias! -contestaron al unísono. Luego reanudaron su conversación.

   -Pues tengo que ver una casa sobre las doce y media. Tal vez me quede a vivir por aquí.

   -¡Ah, muy bien! Aunque aún es muy temprano, apenas son las ocho y veinte -dijo Josh mirando su reloj de pulsera, y después añadió: -¿Qué tienes pensando hacer hasta entonces?

   -Pues nada en particular.

   -Si te apetece después de desayunar podemos dar un paseo por los alrededores. Observé aql llegar aquí que detrás del motel se extiende un hermoso bosque.

   -Buena idea, me parece estupendo. Caminar es un ejercicio ligero y muy saludable.

   -Desde luego que sí, y a veces puede ser también muy placentero -le dijo él sonriendo de nuevo.

   Cuando terminaron de tomarse el desayuno, ambos se levantaron de la mesa dispuesto a estirar las piernas y dar un largo y apacible paseo. El tiempo acompañaba, pues un tibio sol apareció entre las blancas nubes y no hacía demasiado frío, aunque aún faltaba más de una semana para que comenzase la primavera. Pronto encontraron el pequeño cementerio. Johs, curioso como era, se internó entre las tumbas acompañado de su nueva amiga, que no cesaba de hablar de los últimos acontecimientos de su vida.

   -Mira, Sylvia, haí hay una mancha de sangre seca -le dijo señalándole una mancha oscura cercana a una tumba.

   -¿Sangre seca? Tienes demasiada imaginación. Debe ser alguna otra cosa.

   -... Y también hay huellas de pisadas recientes y dos pequeños surcos, como si alguien hubiera arrastrado a otra persona cogiéndola por la parte de arriba -le contestó él ignorando deliberadamente los escépticos comentarios que ella le había dirigido anteriormente. 

   -Me estás asustando, menos mal que hace un día soleado que no invita al misterio.

   Josh siguió las huellas que llegaban hasta la entrada del pequeño mausoleo familiar.

   En aquel pequeño cementerio hacía más de cincuenta años que no se enterraba a nadie. Ahora, cuando alguien que vivía por los alrededores fallecía lo enterraban en el cementerio de la cercana población de Alton. Por ese motivo era hasta cierto comprensible que se encontrara bastante sucio y descuidado. Las hojas caducas de los árboles cercanos, arrastradas por el viento, se amontonaban en algunos lugares más que en otros.

  La puerta metálica estaba entreabierta y el joven escritor la abrió sin dudarlo. En el interior de la pequeña edificación funeraria encontró el cuerpo inerte del comercial de vinos y licores.

   -¡Oh, Dios mío, está muerto! -exclamó la bella joven echándose las manos a la cara, como si instintivamente quisiera taparse los ojos para no contemplar al hombre asesinado hacía pocas horas, en la madrugada de ese mismo día. Josh observó con atención la gran mancha de sangre que tenía el cadáver en el lado izquierdo del pecho, pero no pudo encontrar rastro alguno del arma homicida.

   -Debemos de aviar a la policía -respondió lacónicamente.

   Salieron del panteón sin tocar nada para no contaminar la escena del crimen y casi se dieron de bruces con un joven de cabello muy corto, algo rizado y color cobrizo que estaba en la puerta.

   -¡Qué susto me ha dado, por Dios! -esclamó Sylvia muy alterada.

   -Perdonen, no pretendía asustarlos. Había salido de mi habitación para que mediera un poco el aire, casualmente escuché unas voces que provenían de este lugar, y me acerqué.

   -Bien, señor...

   -Fisher, Larry Fisher -le contestó el pelirrojo extendiendo su mano derecha. Johs estrechó su mano con firmeza y al mismo tiempo le dijo:

   -Lo comprendemos. Se ha cometido un crimen. Hay un hombre muerto tendido en el suelo del panteón. Parece que al asesino no se le ocurrió que a alguien se le courriera mirar dentro de esta construcción funeraria.

   -Sí, seguramente, eso debió ser.

   -Bueno, vamos a llamar a la policía... -le dijo el escritor.

   -No es necesario, amigos -le contestó el joven mostrando su placa dentro de su cartera abierta. -Soy agente de Scotland Yard y estoy de incógnito. Creemos que no es el primer crimen que se comete aquí; aunque espero que sea el último. Mañana o pasado mañana, vendrá mi jefe inmediato, el subinspector Joseph Grammer, hasta entonces les ruego que mantengas todo esto en secreto. Yo le voy a llamar para informarle enseguida.

   -Como usted diga, agente -le contestó algo sorprendido, Joshua.



   (Autor: Francisco R. Delgado, fragmento de mi novela titulada "PASOS Y SOMBRAS EN LA NOCHE")